Históricamente el suelo ha sido una de las principales fuentes de riqueza, desarrollo económico y armonía social.
En México el suelo en grandes proporciones ha pasado de ser rural a urbano; la disponibilidad y ordenamiento del mismo son básicos dentro del desarrollo actual. Buscando una tendencia cada vez más sustentable y en armonía con su entorno natural inmediato.
El suelo urbano es la base del patrimonio de las familias mexicanas, un bien indispensable para crear las condiciones apropiadas de habitabilidad en las ciudades, por ello, tener acceso a este bien material es considerado en los planes de desarrollo como un factor de equidad social.
Actualmente en las ciudades estamos viviendo el fenómeno de la expansión, lo que nos lleva a constatar la relación entre la ocupación contra el aprovechamiento del suelo, detonado por la desproporción que existe entre la extensión y el número de habitantes, condicionado por la disponibilidad y los grupos sociales que lo demandan. Esto ha generado una agresiva proliferación de vivienda que carece de una política que regule y ponga una racionalidad social, debido a que, el crecimiento en las ciudades se ha dado basándose en el “libre mercado”, en relación, de las áreas que deben desarrollarse a cual ritmo y con qué destino.
En Torreón la expansión de la ciudad ha absorbido al ejido, desincorporando tierras del régimen agrario e incorporándolas al uso urbano por medio de sociedades mercantiles, generando oferta de suelo legal y barato para la vivienda de interés social, a este esquema se han sumado pequeñas propiedades de uso agrícola que dejan de ser rentables como tal y las ofrecen al uso habitacional campestre, con densidades de medias a bajas, cediendo el desarrollo de las ciudades a las regulaciones del mercado inmobiliario. Por ello es necesario promover políticas públicas que regulen el uso del suelo para llegar a un equilibrio óptimo entre sus diferentes usos, necesidades y compatibilidades que permitan el crecimiento ordenado y planeado de nuestra ciudad.