En el marco de la conmemoración del día internacional de la mujer, y como parte de las actividades que se llevan a cabo dentro del Municipio de Torreón a través del Instituto Municipal de la Mujer y el IMPLAN, se realizó el Diagnóstico sobre violencia de género contra las mujeres en Torreón, Coah. con la finalidad de atender las recomendaciones del Informe AVGM de la CONAVIM y contar con un precedente para elaborar políticas públicas encaminadas a resolver este problema que atañe a toda la sociedad.
Basado en la Convención Belém do Pará, celebrada en 1994, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia establece los diferentes tipos y modalidades bajo los cuales se engloba la violencia contra las mujeres y que son objeto del presente diagnóstico.
Adicionalmente, se incluyó a la investigación el suicidio como una consecuencia de este problema, así como la violencia en las comunidades indígenas de la región y la comunidad LGBTTTI.
La violencia en el ámbito familiar, la más recurrente, tiene la característica de suceder en lo privado, lo que dificulta su medición y visibilidad, y la importancia de atenderla radica en la cercanía que tiene la víctima con su agresor, ya sea como pareja, padre, hijo o familiar cercano. Para el 2018 se tiene registro mediante el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública de 2,631 denuncias clasificadas como violencia familiar. La ENDIREH estima que la forma más común de violencia física en este ámbito se presenta como empujones o jalones de cabello (14.45%), bofetadas o cachetadas (10.57%) y golpes con el puño u algún objeto (10.20%). La Dirección General de Información de Salud reporta 3,242 lesiones por violencia familiar entre el 2010 y 2018, que equivale al 80% del total de las lesiones a mujeres que tienen registradas.
Dentro del mismo ámbito, la violencia psicológica se da principalmente por parte de la pareja.
Esta se representa con diferentes actitudes, ya que se estima que desde el inicio de su relación, a un 32% de las mujeres, su pareja les han dejado de hablar; al 18.55% la han ignorado o no la han tomado en cuenta y al 18.26% la avergonzaron, ofendieron, menospreciaron o humillaron.
La celopatía presenta un factor preponderante dentro de la violencia psicológica. En los grupos focales llevados a cabo se recalca que los celos son la causa que genera con mayor frecuencia agresiones físicas. La ENDIREH estima que en un 25.6% las mujeres identifican en segundo lugar a los celos como el motivo principal de enojo de su pareja. Como consecuencia, el 10.40% registra que esto deriva en golpes a objetos o cosas, el 9.80% en jaloneos o empujones y 8.00% en golpes y agresiones físicas.
Por otra parte, al 17.7% de las mujeres se le ha acusado de ser infieles, al 8.10% le revisan el celular o le exigen sus contraseñas y al 9.65% la llaman o le mandan mensajes todo el tiempo para saber dónde están y con quién. El 16.16% afirma que su pareja se enoja con ellas porque creen que no le dedican el suficiente tiempo o atención.
En cuanto a violencia sexual, por parte de familiares diversos la agresión más común son los manoseos, tocamientos o besos. El 17.5% de las mujeres identifican la negación a tener relaciones sexuales como uno de los principales motivos del enojo de su pareja, la cual recurre a chantajes o amenazas, seguido de la violación a través del uso de la fuerza física y de la obligación a hacer cosas de índole sexual que no quieren.
La violencia económica es otro de los tipos más recurrentes en el ámbito familiar. Al 16.80% de las mujeres se les ha reclamado la forma de administrar el dinero. En un 15% de los casos la pareja no proporciona el dinero suficiente para los gastos de la casa, y en el análisis de grupos focales se encontró que el pedir más dinero para los gastos cotidianos genera enojos y agresiones físicas.
En Torreón, al 10.71% de las mujeres se les restringe o prohíbe llevar a cabo trabajo remunerado. En una magnitud similar, el hecho de que trabajen provoca enojos en su pareja y al 13.81% le han reclamado dedicarle demasiado tiempo a su trabajo. En el contexto de las mujeres que trabajan o han trabajado, el nivel de exigencia de las actividades que desarrollan, en conjunto con la carga de tareas domésticas y la actitud de la pareja llevan a que en algún momento se dediquen de forma exclusiva a lo doméstico, lo que finalmente incrementa el control de la pareja sobre ella, volviéndola totalmente dependiente de sus ingresos.
Las consecuencias de la violencia familiar tienen diversos matices: por un lado, la salud física se ve afectada por las agresiones y la violencia sexual que pueden ser recurrentes; en el aspecto psicológico, ésta daña el autoestima, iniciativa y capacidad de reflexión de la persona; en cuanto a las relaciones interpersonales de la víctima, genera aislamiento, lo cual dificulta la generación de redes de apoyo; por parte de lo económico, se limita su subsistencia y medios de vida al dificultar el acceso a un trabajo remunerado y una fuente de ingreso.
Aunque esta modalidad de violencia es ejercida principalmente por la pareja sentimental, no es posible determinar un perfil exacto del agresor, ya que esto reduciría el problema a un factor individual. Los entornos violentos y consumo de alcohol fueron identificados como los principales elementos que inciden en este problema. El primero deriva de la interiorización de conductas socialmente aprendidas a lo largo de la vida, siendo que esta se desarrolle en un entorno violento; en cuanto al segundo, la ENDIREH estima que de las causas del término de una relación, el 6.03% identificá al consumo de alcohol o drogas como tal, no obstante, por sí solo esto no conlleva violencia, pero en las condiciones apropiadas funge como detonante de la misma.
Finalmente, resulta difícil para las víctimas identificar señales de alerta de violencia en este ámbito, ya que los actos violentos por lo general empiezan una vez iniciada la relación y estos se van dando de forma gradual. El aislamiento que se va dando consecuencia de la violencia familiar, así como la falta de recursos económicos propios, la existencia de hijos e hijas y la ausencia de recursos institucionales, ocasionan que la separación de la mujer con su agresor se convierta en un proceso difícil, muchas veces sin éxito.