El Dr. Enríquez abordó el tema de los fraccionamientos cerrados, de cómo en las ciudades fronterizas aquejadas de violencias de todo tipo, carencias económicas y sociales, explosivo crecimiento poblacional, caótico desarrollo urbano, prospera hoy en día un modelo de urbanización que se caracteriza por segregar la ciudad y segregar a sus habitantes, un modelo de urbanización que aísla a sus residentes detrás de bardas de seguridad con la promesa de encontrar la tranquilidad y el confort no existente en la ciudad. La ciudad fronteriza cada vez más es percibida con temor, el miedo se apodera de la población —al menos de un sector importante— creando la necesidad de abandonarla e ingresar a las burbujas insulares del fraccionamiento cerrado.
“Los fraccionamientos cerrados han venido expandiéndose sobre la superficie de las ciudades fronterizas como islas de seguridad controladas dentro del mar receloso de la ciudad. Las imágenes vendidas por las desarrolladoras inmobiliarias se conforman de paisajes de felicidad, el gancho estriba en convertir la necesidad de vivienda en necesidad de distinguirse de los demás y pretender seguridad”, señaló el Dr. Jesús Enríquez.
Finalmente, el catedrático resaltó el hecho de que a treinta años de masificarse la oferta inmobiliaria cerrada, se observa algunas de las consecuencias negativas para las ciudades. Restringió los usos mixtos del suelo, desmereció la accesibilidad urbana, favoreció el aislamiento, expropió el escaso espacio público disponible, estableció barreras que incrementaron la incomunicación urbana. Entre los efectos negativos más evidentes se tiene la segregación social que convierte las barreras físicas de la seguridad en elementos primordiales para la exclusividad social.
El Dr. Jesús Ángel Enríquez Acosta, es Sociólogo por la Universidad de Sonora, Maestro en Ciencias Sociales por el Colegio de Sonora, Doctor en Ciencias Políticas y Sociales por la Universidad Nacional Autónoma de México, así como miembro del Sistema Nacional De Investigadores nivel I desde 2007.